Los humedales han sido y seguirán siendo clave para mitigar los efectos que el cambio climático está produciendo en la tierra. Podríamos escribir varias páginas al respecto. Hemos insistido en los beneficios ecosistémicos que éstos tienen y hemos luchado contra su destrucción y progresivo relleno para fines inmobiliarios, la contaminación y la invasión de especies dañinas, principalmente.

Pero existen también los humedales construidos, obras basadas en soluciones existentes en la naturaleza, diseñadas especialmente como depuradores de agua con fines domésticos o industriales. Este tipo de infraestructura verde no solo permite limpiar agua para ser reutilizada o enviada a efluentes naturales prácticamente sin contaminantes, sino que también permite ahorrar energía eléctrica e integrar un elemento paisajístico al lugar donde se construye.

Este año, nuestro país será sede de la COP 25. Tenemos una oportunidad única para generar instancias de diálogo para que nuestras autoridades consideren este tipo de infraestructura como una opción válida y fácil de implementar para saneamiento sanitario. Hasta ahora, los humedales han sido el “hermano menor” de las discusiones sobre la mitigación de los efectos generados por el cambio climático. Sin embargo, considerando que uno de los efectos de este cambio global en el clima es la intensificación de las lluvias, la capacidad de los humedales (naturales y/o construidos), emergen como una notable oportunidad para lograr la anhelada mitigación de este cambio. Esperemos que esta COP 25 entregue al mundo, entre tras cosas, el sitial que poseen los humedales en nuestra adaptación como especie al cambio climático.

 

Dr. Ignacio  Rodríguez

Director ejecutivo CEHUM

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